pero me tiré un poco en la cama
no atendí el teléfono.
Pensé el asunto:
decía cosas que tenían que ser dichas
todos los versos que se me ocurrían me parecían brillantes
encajaban bien, se movían bien,
las palabras eran tiburones embadurnados con aceite en mi cabeza,
aparecían, una detrás de la otra, dictadas por una supernova
me decía sí, ahora me voy a levantar
y voy a escribir esas líneas definitivas de venganza
y bronca y dolor y repulsión y venganza
y todo va a estar bien después, el poema
va a curarme, va a quedar ahí
como una cicatriz humeante,
va a hacer por mí ese camino. Me voy a levantar y el poema
o si no es eso por lo menos levantarme.
Pero me quedé dormida.
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