El sol de abril aún es ardiente y bueno
y el surco, de la espera, resplandece;
pero hoy no llenes l´ansia de su seno,
porque Jesús padece.
No remuevas la tierra. Deja, mansa,
la mano en el ardo; echas las mieses
cuando ya nos devuelvan la esperanza,
que aún Jesús padece.
Ya sudó sangre bajo los olivos,
y oyó al que amaba, que negó tres veces.
Mas, rebelde de amor, tiene aún latidos,
¡Aún padece!
Porque tú, labrador, siembras odiando,
y yo tengo rencor cuando anochece,
y un niño va como un hombre llorando,
¡Jesús padece!
Está sobre el madero todavía
y sed tremenda el labio le estremece.
¡Odio mi pan, mi estrofa y mi alegría,
porque Jesús padece!
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