No habrá nada. Ningún sueño en el sueño
ni en la muerte, sólo tu amor arrojándose
por la borda como si las olas de un océano
desconocido te llamaran.
No habrá un muro, sólo el duro borde del
hielo y un dios sin perdón sepultado en
los témpanos.
No habrá nombres. Tampoco un nombre
para tu nombre ni tu vida. Barcos usados
como jaulas de hombres congelados en la
bahía, en fin, tipos mandados al matadero
por nada.
Nada ni nadie será el alba.
No habrá sumas ni oraciones ni túmulos,
solo el gasto inútil de irse entre gritos,
otros hombres golpearán a otros hombres
y será igual. Reaparecerás en los glaciares.
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